Temblorosa, decidí quitarle vida al tiempo. Cerrando los ojos con fuerza y casi suspirando, invité a mi amante a presenciar aquella irritable espera.
En un principio, hundidos en un profundo silencio... Luego, ligeramente el viento me arrimo a él.
Dibujaba una amplia sonrisa en su rostro y la oscura mirada penetrante insinuaba sumergirse en las profundidades de mis pensamientos.
Dejé que me atravesara el vestido con sus manos: El tacto era certero, íntimo y preciso y ya había tajado muchos otros corazones. Su toque frío acabó en el desgaste de mi pecho... abriéndome lentamente la piel, arrastrando filosas yemas por la carne ansiosa, dando paso a un río de lágrimas rojas.
En el centro, el frágil órgano -una bomba hidráulica averiada hacía tanto- que inútilmente intentaba guiar esas aguas finitas.
Así, mi acompañante realizó un intercambio. Recostó mi cuerpo y lo abandonó pálido; utilizando su esencia para pintar de sangrienta escarlata el firmamento... llevándose consigo otra alma en pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario