martes, 30 de agosto de 2011

"Crecer"

¡Hola a todos! Para estrenar este blog dejo un relato que escribí hace un par de meses y me gusta bastante ^^

Me encuentro en el medio de una montaña, ya casi llegando a su cima. Algo me ha detenido y no me es posible continuar en este momento.
Por más de que mi voluntad sea la de llegar arriba lo más rápido posible, mi cuerpo no es capaz de realizar un mero movimiento. Estoy débil, cansado. Mis piernas parecen dos bloques enormes de hielo que aparentan tener forma de músculos. Mis manos tomaron color similar a un azul muy oscuro. Hace semanas que no mantengo charla con otro ser humano y me limito a emitir palabras sueltas, sólo para no olvidar el lenguaje que manejo.
La oscuridad penetrante me rodea y el frío suprime mis sentidos, cada vez con mayor fuerza. Aunque mi cabeza no ha perdido del todo la cordura. Aún recuerdo... todavía mantengo en mente el fuego vital, la llama de la pasión que alguna vez hizo fluir con fuerza la sangre que transita por todo mi cuerpo y me abrigó; aquel dulce calor que con el tiempo quise alimentar delicadamente por temor a terminar como estoy a estas horas, y que, a pesar de mis intentos, se consumió de un momento a otro; Quedando así solamente el humo que le quitó lágrimas a mis ojos y aún nubla mi vista. Y cenizas, muchas de las cuales el espeso viento se llevó y otras pocas, retenidas en mis manos para no morir en el olvido... para hacerme rememorar que alguna vez estuve vivo.
Perdido, esa es la palabra. Lo que me llevó a alojarme en esta caverna no fue más que miedo. Afuera el día era radiante. El Sol, imponente, hacía lucir los paisajes llenos de verdes pastizales, flores, animales, sonidos que acarician, acompañan y lo invitaban a uno a seguir elevándose hacia el pie de la montaña, sin problemas. Pero no fue mi caso: aquella luz brillante me hacía sentir más miserable. La iluminación sólo me recalcaba la despiadada idea del rendimiento.
Le temí también a la noche. Esos ratos en los que los monstruos salían de sus guaridas para asustarme, para no dejarme dormir tranquilo. Aquellas bestias sin forma que parecían no interesarse en uno y, sin embargo, lograban hacerme sentir cómo me devoraban poco a poco, de manera cada vez más cercana...
Con tanto peso encima no encontré propósito para proseguir escalando y simplemente me escondí aquí. Un lugar en donde no existe el día ni la noche y los sentidos se confunden... ¿Acaso me estaré convirtiendo en otro monstruo? Adaptándome a estas viles tinieblas, apartándome del mundo como un cobarde.
A veces pienso que no sería tan malo volver al camino. Me imagino en aquella cima repleta de árboles frutales, agua fresca, olores extravagantes, ríos que se dividen y nos llevan a tomar diferentes caminos cada día. Lluvias copiosas que no entristezcan, que no inunden el cuerpo y, por el contrario, nos bañen y hagan danzar en ella. Sin que la blanca nieve del final lastime ni ráfagas que tumben el fino cuerpo.
Le pido a la experiencia que me haga más fuerte y no me abandone en este lugar; me alimente y reviva. Porque si antes pude recorrer mil caminos, por qué no subir esta montaña. Y así, sabiendo lo que no quiero para este trayecto, trataré de continuar, de perseguir el sueño y olvidar los estados del día, los monstruos y las adversidades, sin necesitar el refugio de una caverna.

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